Para la montaña, contigo – Parte 1

Estaba entrando el verano en la ciudad, con un fin de semana largo aproximándose decidimos alquilar una cabaña en la montaña. Luego de varias búsquedas en Airbnb, encontramos el sitio perfecto para nosotros. En una montaña, remoto de otras casas y cabañas en el alrededor, encontramos una cabañita de una habitación, completamente de vidrio, y una terraza con un jacuzzi y un área de BBQ, con vistas al pueblo a lo lejano.

Nos iríamos de viernes a lunes, y te pasé a buscar el viernes después de almuerzo, para evitar tapones. Mientras te esperaba afuera del carro con el baúl abierto, abres la puerta y estas bajando los escalones para llegar a la acera con un bulto en la mano. Tenias puesto unos leggins que te hacían ver unas nalgas preciosas y unas piernas increíbles, un t-shirt ancho, unos tenis y unos lentes de sol grandes. Doy unos pasos para acercarme a ti y agarrar tu bulto, nos damos un beso, y el perfume que tenias puesto, mi favorito, me embriagó. Noto que el bulto está bastante ligero, y te lo comento, a lo que me respondiste con una sonrisa pícara: “no planeo estar con mucha ropa”. Al escuchar esas palabras, me emocioné tanto, que hasta nervioso me puse. Me acerqué a darte otro beso, con mas pasión, agarrándote la nalga. Te abrí la puerta del carro, y mientras te montabas, no me aguanté y te di una buena nalgada, a lo que simplemente sonreíste.

Ya había comprado toda la comida y bebida del fin semana, así que salimos directo, haciendo unas paradas técnicas en el camino, comprando una cervecita fría para ir entonando. En el camino, tengo mi mano derecha sobre tu muslo acariciándolo, mientras que, con tus dedos y uñas, vas acariciando mi brazo. Haciendo movimientos como si peinaras los vellos, caricia que sabes que me tranquiliza y desestresa.

Subiendo la montaña, mientras bajaba la temperatura afuera del carro, adentro iba subiendo. Tus caricias eran mas fuertes, y me apretabas mis manos en tus muslos. No dudé mucho, y comencé a agarrarte los muslos internos bien fuerte al tiempo que iba subiendo y bajando en el muslo con unas caricias mas fuertes, como si tratara de sentir tu piel bajo la tela de los leggins. Tus manos comienzan a acariciar mi cuello, jalándome el cabello. Reclinas el respaldar del asiento, abres tus piernas y haces movimientos de que deseas más. Yo sigo acariciándote tus muslos, mas fuerte, pero sin subir del todo, sigues moviéndote, comienzas a gemir mientras vas acelerando el ritmo. Manteniendo mi mano en tus muslos, de manera agresiva, me coges la mano y me la pegas en tu toto por fuera. Me aprietas bien duro la mano para yo sentirla. Al instante nota una humedad bien tibia y comienzo a pajearte por encima de los leggins. Con tu mano izquierda, me agarras mas fuerte el cuello y me claves tus uñas en la parte de atrás. Sin pensarlo mucho te levanté los leggins y metí mi mano para sentir tu totico mojadito sin nada de por medio.

Siento que tus panties son de encaje y acaricio un poco por encima de ellos, pero al segundo los muevo con mis dedos y busco la humedad de tu totico. Sentía como mi dedo se perdía en tus aguas tibias y húmedas. Se deslizaba con facilidad desde el hoyito subiendo hasta el clítoris, y así mismo, desde el clítoris hasta el hoyito. Tus gemidos fueron incrementando al tiempo que tus movimientos más fuertes, así mismo de fuerte me clavabas las uñas atrás de la cabeza, mientras que, con la otra mano, te sostenías del manubrio de la puerta del carro.

Como la cintura de los leggins me apretaban el brazo, hacia el movimiento de bajártelo, pero era imposible. Al darte cuenta, no dudaste en ayudarme, y te quitaste los leggins con todo y panti. Te Tenia la libertad de hacer lo que quisiera, de vez en cuando quitaba la mirada de la carretera para verte como disfrutabas mis dedos jugando con tu totico.

Reclinaste mas el asiento, y te quitaste el t-shirt y el sostén tirándolo para atrás. Estabas completamente desnuda, y mientras te pajeaba, te acariciabas tus tetas y las apretabas. Mojabas las puntas de tus dedos de tu toto, y humedecidas las puntas de los pezones que se iban parando y poniéndose duritas. Mientras que la otra mano te agarrabas del reposa cabeza de tu silla, como si te salvara de no salir volando de la excitación. Deslizo el dedo mayor adentro de tu totico bien mojado con muchísima facilidad. Siento una sensación tibia y apretada en mi dedo mientras le hago presión hacia arriba buscando tu punto G. Saco y entro el dedo con un ritmo continuo, deslizándose bien suave y haciendo presión hacia arriba siempre que entra. Tus gemidos se van intensificándose y comienzas a moverte al ritmo del movimiento de mi mano. Pasando unos policías acostados, mi dedo entró más duro de la cuenta y diste un grito de placer. Después de 2 o 3 entradas suaves, comencé a entrarte el dedo mas duro para escuchar ese gritico que me vuelve loco, y sigo entrando suave, y duro otra vez. Hasta un momento, que la mano con la que te agarrabas de la silla la llevaste rapidísimo a tocar mi guebo, que estaba en ese momento bastante duro.

Me bajaste el zipper y sin dudar, me sacaste el guebo y comenzaste a pajearme. La punta estaba un poquito seca por lo que te arrodillaste en tu asiento y le escupiste generosamente en la cabeza. Lo masajeaste todo para que estuviera bien cubierto y lubricado, y procediste a pasarle la lengua a la cabeza y a chuparlo como si fuera un bolón. Al tiempo que con mi mano derecha te daba nalgadas y te masajeaba el hoyito del culo que estaba mojadito de todo lo que había salido de tu totico mientras estabas sentada. La lubricación, junto al movimiento del carro y mi mano, ayudaba a que el dedo entrara con facilidad al culito, aunque haciendo un poquito de presión. En un momento hice una presión muy fuerte, y automáticamente, contrajiste el cuerpo haciendo que se me saliera la punta del dedo que ya estaba adentro.

En ese momento ya estábamos demasiado caliente, y ya hubo un par de ocasiones donde casi salíamos de la carretera, aproveché que pasábamos por camino relativamente llano, y había unas fincas casi abandonadas con entradas que daban a la carretera y lleno de matorrales. Utilizando el 4×4 de la yipeta, entre a una de esas fincas, y nos escondimos entre unos árboles. Desde que lo puse en parking, comenzaste a quitarme el t-shirt que tenía puesto y a bajarme los pantalones. Yo te ayudaba mientras movía la silla para atrás para estar más cómodos. Me pajeaste un poco mientras nos acomodábamos, y de un solo brinco te subes encima de mí.

Halándote el cabello te como el cuello, tu perfume me enloquece junto a tus gemidos. Te doy una nalgada bien fuerte y sueltas un fuerte gemido en mi oído. Te vas moviendo de atrás hacia adelante, pajeándote con mi guebo que cada vez está mas duro e hinchado. Miro hacia abajo, y veo como tu toto lo masajea, mientras lo va lubricando completico. La cabecita esta rojita, loco por calentarse adentro de ti. Te levanto un poco y con una mano guías mi guebo hasta que está posicionado para penetrar, y tu solita te bajas suavecito, hasta que está totalmente adentro. Cierras lo ojos y sueltas un suspiro. Agarro tu cuello, y te doy un beso en la boca bien fuerte. Mientras nos besamos, comienzas a hacer el mismo movimiento de antes de la penetración; de atrás hacia adelante.

Como no hay mucho espacio entre el timón nuestros cuerpos, el rango de movimiento es un poco corto, por lo que decides moverte más rápido cuando te mueves hacia adelante, golpeando tu clítoris con mi pelvis. Agarrándote el cuello por atrás, y con la otra mano la nalga bien duro, ayudo para que te muevas mas fuerte, al momento que vas intensificando la velocidad. Tu estas con una mano en mi cabeza, y con la otra de la silla, usándola para halarte mas fuerte hacia adelante, y sentir la entrada de mi guebo y el choque con mi pelvis mas fuerte.

Aunque el aire está prendido y afuera está haciendo frio, comenzamos a sudar. Nuestros pechos están bien pegados, besándonos la boca, oreja, cuello, hombro. El único movimiento es de tu cintura que cada vez se intensifica más y más. Siento como tu totico va apretándose cada vez más, y mi guebo cada vez mas duro y parado. Siento la cabeza del guebo como se mueve adentro de tu totico bien apretadito y húmedo. No estoy aguantando mucho, tus gemidos se escuchan mas fuertes, al igual que tus movimientos. Das un grito continuo largo “aaaaaaaaaaah”, y muchos cortos, pero más fuertes “Ah! Ah! Ah! Ah! Ah! Ah! Ah!”. De repente paras los movimientos y te quedas bien pegada a mí. Mi guebo es prisionero de tu toto que lo está apretando bien fuerte, y reconozco que te estas viniendo. Te quedas tranquila, casi sin respirar, bien apretada todo tu cuerpo, y al momento te sacudes bien fuertes, y otra vez, y otra vez. Sueltas un suspiro de alivio y me das unos besos. Vuelves a moverte de atrás hacia adelante, y me susurras en el oído “la quiero toda”.

Continuará…

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